En el gobierno del cambio, el departamento del Caquetá está llamado a tomar partido y eso requiere en gran parte de que el sector gubernamental esté en capacidad de interpretar el nuevo escenario, hacer los ajustes pertinentes y proponer mejoras ante las altas instancias. Para ello, es también necesario que el sector académico y todas las fuerzas vivas aporten lo propio, empezando por un diálogo que promueva la defensa del territorio y demás derechos que amparan a la ciudadanía.

Para nadie es secreto que las disidencias de las FARC están ganando terreno, como lo hacen en otras partes del país. Eso no sería del todo malo, si no fuera porque su presencia es armada, porque a su paso generan temor, desplazamiento y tan solo una bala que salga de sus fusiles se traduce en tragedia y desgracia.

Mientras el presidente Gustavo Petro intenta reorganizar el ajedrez de la llamada paz total, cada grupo armado al margen de la ley hace su propia lectura de lo que está sucediendo en el país e inclina la balanza a su favor, cualquiera sea su realidad, de postración, negociación e incluso de imposición de condiciones, con fuego abierto, para llegar a posibles acuerdos.

En esas circunstancias cualquier zona del territorio nacional lleva las de perder y el Caquetá no es la excepción. Hay que ver cómo hombres de las disidencias crearon caos y nerviosismo en Cartagena del Chairá, al punto que hasta su alcalde, Edilberto Molina Hernández, no solo elevó la voz y se quejó de reiteradas amenazas, sino que ahora despacha desde Florencia. Tuvo que sacar a su familia del municipio, para retomar funciones a la distancia.

Cualquier parecido con tiempos pasados no es solo casualidad, solo que esta vez la fuerza pública tiene directrices diferentes a las de años atrás. Si eso está bien o mal, lo dirá la historia; por ahora, es imposible ignorar que quienes empuñan las armas de manera irregular han tomado ventaja, cuando lo esperado es que se allanen a la democracia, a la civilidad, para vivir sabroso, retomando palabras de la vicepresidenta Francia Márquez.

Esta es una apuesta de mediano y largo plazo, por lo cual quienes están postulando sus nombres para la gobernación y las alcaldías, lo mismo que para concejos y asamblea, deben estar preparados para estar a la altura de las circunstancias. Sin improvisaciones. Con el Caquetá no se puede jugar y eso exige, entre otras cosas, ir pensando en elegir este año a los mejores y no aquellos vendedores de ilusiones con rabo de paja.

Por diario

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