Con 66 años a cuestas y cerca de ocho vividos tras las rejas, fue quien más atrajo miradas, incluso por encima de los personajes de la mesa principal y un largo desfile de intervinientes con toda suerte de solicitudes.

Aunque en realidad las miradas fueron más para una serie de obras expuestas en el lugar, todas de su autoría, de una colección denominada “Arte y letras”; propuesta gráfica construida en torno a un poema que escribió.

Por los reclusos

Pocos, como él, tuvieron interlocución directa con el ministro de justicia Néstor Iván Osuna Patiño, oportunidad que aprovechó para abogar por los internos reclamando soluciones frente al hacinamiento, programas de resocialización efectivos, fomento al trabajo y la aplicación del código penitenciario, que está muy bien escrito; pero, más parece letra muerta.

“Es primera vez que el gobierno escucha a un interno de una cárcel, para manifestar inquietudes, propuestas, necesidades en la vida intramural”, dijo convencido de que más adelante vendrán respuestas, vía plan de desarrollo, por lo cual considera que cumplió su misión, junto con otros compañeros que lo secundaron en este propósito.

“La preocupación de los internos es salir a la sociedad”, anotó indicando que, si la sociedad no los ve con buenos ojos, se van a sentir “cohibidos, estigmatizados, separados por la misma sociedad”.

Lo que se debe hacer en las cárceles, reiteró, son procesos formativos especializados para desempeñarse como cualquier otro ciudadano.

Situación que no es la suya, aclaró, porque espera salir antes de junio de 2023, para retomar sus actividades artísticas y culturales, algo que le viene bien en cualquier lugar, como lo ha hecho privado de la libertad.

Aunque su pensado es volver con la comunidad de El Peñol, a su estudio, donde se dedicará a la escultura monumental, a pintar murales y organizar exposiciones; “vuelvo a activar mi corporación artística y cultural Casa activa, y vuelvo a estar al servicio de la comunidad”.

Lo mejor es que lo esperan su esposa, la arqueóloga y antropóloga María del Carmen Bedoya – le dice Fanny – y sus hijos: Angélica, de 33 años, que también terminó maestría en artes en la Universidad de Antioquia, y Santiago, de 38 años, técnico en sistemas.

Por cierto, nunca quiso que lo visitaran en la cárcel; pero admite que el contacto ha sido frecuente vía celular y por correo escrito.

Creador nato

Sin falsas modestias, indica que desde la infancia su talento era evidente, por lo cual se destacó en su pueblo como dibujante; “mi afán era ser artista, de modo que cuando termino bachillerato me voy para Medellín y en la Universidad de Antioquia termino maestría en artes, complementando con técnicas artísticas en bellas artes”.

También estudió publicidad y mercadeo en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Desde 1978 empezó a exponer, a rodar con el arte por todas partes, incluidos países como Estados Unidos, Italia, Chile y México.

Sus obras fantásticas lo definen como pintor surrealista; sin embargo, advierte que eso no lo encasilla.

Prolífica producción
Culpable o no – él insiste en su inocencia, era director de cultura en Aguadas (Caldas) cuando lo encausaron -, Carlos Alberto no solo está seguro de salir a trabajar, sino que dice contar con todo a su favor para disfrutar la vida sin temor a señalamientos ni al rechazo.

Entre tanto, afirma que pinta cada mes alrededor de siete obras y cada tres meses las envía a Medellín, donde se encargan de trasladarlas al Museo Histórico El Peñol, que maneja toda su producción. Así acumula alrededor de 500 obras.

Su concepto no es vivir del arte, sino vivir para el arte; por eso, sostiene que no pinta para vender, es así como busca que sus pinturas y esculturas permanezcan en bibliotecas, entidades culturales o en murales que la ciudadanía pueda ver sin restricciones.

Pensamiento que en gran parte refleja también su condición de gestor cultural, preparándose desde ya para seguir de la mano con alcaldías, gobernaciones y el ministerio de cultura; eso, recalca, le da para vivir y le permite visibilizar las realizaciones de numerosos artistas, incluidas las suyas, por supuesto.

Agradecido con el Caquetá

Agradecido con el departamento del Caquetá, porque le ha permitido mostrar parte de su creación, en entrevista con este medio deploró al mismo tiempo que “el concepto artístico no esté tan fomentado, como sucede en el interior del país”.

Caquetá se está estancando, recibe influencias externas y no tiene una expresión propia de su idiosincrasia”, añadió insistiendo en que los caqueteños deberían estar enfocados en mostrar su propio lineamiento cultural y artístico, para proyectarse a nivel nacional e internacional.

“Eso tiene que empezar desde la misma comunidad, expresando su propia identidad cultural, para luego irla encaminando de tal forma que, cuando llegue el momento de mostrar, tengan una formación y toda una cantidad de insumos que la misma región se los va dictando.

Ese es un proceso que en menos de cinco años se puede dar”, declaró advirtiendo que un potencial gigante es todo lo que representa la selva amazónica; en cambio, se quejó, “se le da la espalda a la Amazonía y se permite que la exploren, que la tumben, que acaben con los animales, que contaminen los ríos, que afecten a los indígenas cuya riqueza cultural es invaluable”.

Algo más:
“Los mismos caqueteños no saben de dónde viene el nombre de Amazonía, no conocen sus mitos y leyendas, no saben cómo es el mito de la Diosa del Chairá – él se tomó la libertad de escribir el mito -, tampoco saben el mito del pirarucú.

Todos esos mitos que tienen las tradiciones indígenas, no se han tomado el tiempo de recrearlos y compartirlos con la ciudadanía, para que se apropien de ellos; esa es una mina sin explorar y que está ahí”, concluyó.

Su vida en prisión

Al preguntarle sobre su rutina en las Heliconias, de inmediato responde que son días muy activos. Se levanta a las cinco de la mañana y a las ocho está en el colegio, donde enseña filosofía y ciencias a 380 internos; explica que son ciclos electivos especiales y el máximo nivel es seis.

Él está con los de cinco y seis. Por la tarde, se dedica a coordinar eventos artísticos y culturales; “tengo un grupo de teatro, uno de música, grupos de animación a la lectura y la escritura, y coordino muchos aspectos artísticos y culturales del plantel”, afirmó sin aspaviento.

Agregó que se acuesta a eso de la media noche, después de sacar tiempo para estudiar, leer, escribir y dibujar.

Afinidad con los medios escritos

En la época de universidad, a finales de los años 70, cuenta que solicitó en el periódico El Colombiano que le dieran un espacio para trabajar y al notar sus capacidades lo nombraron colaborador gráfico.
“Al ver que yo era tan inquieto por toda la parte literaria, el mismo periódico me comisionó a un argentino, Vicente Stamato; él me enseñó todo lo relacionado con montaje de periódicos”.

Por diario

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